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LA CAZA A RECECHO 

Esta modalidad de caza es ante todo una forma solitaria y  necesitada de instinto y habilidad. Si hubiera que definirla de una manera  gráfica podríamos decir que es “cazar a lo indio”. Es necesario un profundo  conocimiento del medio, saber valorar la oportunidad y saber cuando es el  momento oportuno para el lance. El recechista precisa desarrollar algunas  habilidades, entre las que destaca ante todas el silencio.
El rececho no es un ejercicio de puntería., esa no es la  principal habilidad para un recechista. Sin duda la puntería es importante y la  capacidad, llegado el caso, de arriesgar a realizar con seguridad un disparo a 200 metros o incluso más. Sin  embargo lo que diferencia a un recechista de un francotirador es la destreza  del primero para aproximarse a la pieza a la menor distancia posible, antes de  realizar el disparo o renunciar a él.
Otra facultad que es preciso cultivar es el saber ver. El  corzo desarrolla su vida en el borde del bosque, saliendo de la espesura de  forma más frecuente durante el amanecer y el ocaso, horas en las que la luz  resulta escasa y por tanto estamos en peores condiciones. Sin lugar a dudas una  buena óptica es imprescindible para sacarnos de dudas y poder realizar una  justa valoración de nuestra presa. De todos modos el mejor de los prismáticos  de nada valdrá en manos de alguien que no sabe ver, que no escruta con  perspicacia las lindes del monte. El andar lento y elástico se debe acompañar  de un continuo escrutar de lindes y desniveles. Cada mancha dudosa, cada  posible pata, oreja o lomo, debe estudiarse con detenimiento. A veces la piedra  o mata toma vida, levanta la cabeza y nos mira. Entonces seguro que todo está  perdido y el corzo iniciará no solo una alocada carrera, sino que pondrá en  alerta a toda la vecindad con lo que las posibilidades de cazar ese u otro  corzo se reducirán de forma sustancial.
En una medida similar es importante conocer el terreno y  las querencias de nuestros corzos. Es interesante el considerar la posibilidad  de mantener en el mejor estado posible los caminos y trochas por los que  andaremos, los sitios donde pararemos a hacer detenidas observaciones, conocer  los pasos que frecuentarán los corzos una vez iniciada la temporada. Una buena  sugerencia es, que de no ser posible una mayor frecuencia, no dejemos de  acercarnos a echar un vistazo durante los meses de febrero y marzo. En esta  época la visibilidad del corzo es mayor que en ninguna otra y podremos apreciar  los lugares de mayor atractivo para los ejemplares que pretenderemos abatir  iniciada la temporada hábil.
 El rececho se iniciará bien al amanecer o al atardecer. Si es de mañana conviene estar en el monte antes del Alba. Al bajarnos del vehículo debemos estar preparados con la impedimenta necesaria, siendo tan solo  necesario desenfundar el rifle y proceder a su carga. Debemos comprobar el aire  y determinar la forma de aproximarnos a la zona que vamos a cazar. Para ver de  donde sopla el viento hay multitud de trucos: un pequeño bote de plástico con  polvos de talco o pequeños fragmentos de pañuelos de papel. Con ello se  controla la dirección de la brisa antes de asomarse o cambiar de dirección. Los  corzos tienen un gran olfato y podrán pies en polvorosa ante la menor emanación  a ser humano. El caminar lento y sosegado, con el rifle colgado del hombro  y  observando a través de los prismáticos  con mucha frecuencia, será la forma de desplazarnos por bosques, cosechas,  matorrales. Se debe procurar avanzar con el viento de frente y tener el sol a la espalda. Esto nos permitirá  ver mejor sin deslumbrarnos y adivinar los brillos que los corzos harán al  moverse. A cada paso comprobaremos los bordes, los bultos que nos ofrezcan  dudas, en cada asomada escrutaremos con nuestros prismáticos los descretes, los  cambios de perfil del terrenos, los bordes del monte, cada mata y arbusto en  busca de un sombra, lomo, oreja, cabeza o pata que revele la presencia de  nuestra pieza. Se evitará pisar ramas, piedras y en general cualquier objeto  que sea capaz de producir ruido. La ropa debe ser silenciosa y cómoda, evitando  aquellas que al rozar con la maleza produzca sonidos.
Una vez avistado el corzo haremos una valoración detenida,  ¡siempre que esto sea posible!, comprobando el sexo, las características de los  cuernos, si se trata de un macho, e intentaremos clasificar la pieza como  joven, adulta o vieja.
Debemos tener presente una referencia: las orejas del  corzo miden 13 centímetros,  así que comparando la altura de la cuerna con ella nos haremos una idea de la altura. Igualmente, otra  referencia valiosa es la garceta o punta posterior. Un buen desarrollo es  indicador de edad adulta y en general de un buen desarrollo de rosetas y puntas  anteriores. El grosor de la cuerna podemos compararlo con el ojo. Este tiene  aproximadamente unos 5   centímetros. Una cuerna vez y media más larga que las  orejas, con unas puntas posteriores largas y de grosor igual o superior al ojo  es siempre un trofeo estimable.
Después valoraremos  la posibilidad de realizar la   entrada. Si se trata de nuestro corzo o corza, intentaremos  aproximarnos lo máximo posible antes de intentar el disparo. Más a menudo de lo  que se cree los corzos resultan heridos por disparos realizados a gran  distancia sin que aparentemente acusen ningún impacto. En estas circunstancias  siempre debemos comprobar el punto donde se encontraba el corzo. En todo caso  lo mejor es intentar una aproximación con el mayor sigilo hasta encontrarnos a  una distancia en la que podamos asegurar el resultado del disparo. No debe  intentarse a distancias superiores a los 120 metros. A primera hora de la  mañana, cuando la luz es escasa, se tiene la impresión de que las piezas se  encuentran más lejos, en tanto que a plena luz se tiende a subestimar. También  hay diferencias si el animal se encuentra en un brezal bajo, o en una arboleda.  Solo la práctica nos irá indicando cual es el mejor proceder.
Siempre debemos tener en consideración que un corzo que  esté paciendo en descubierto no echará mucho rato en ese menester, por lo que  debemos realizar una aproximación rápida, pero cauta, ante la eventualidad de  que haya desaparecido cuando nos encontremos a tiro. Si para hacerla además  debemos perderle la cara, hay que tomar previamente algunas referencias, sobre  todo la dirección del viento, y el punto por donde deberíamos asomarnos. Si el  corzo no está sólo debemos prever la posibilidad de que su tiempo de  permanencia en el lugar donde se ha visto sea aún menor. El corzo es cauteloso  y temeroso, y ante cualquier duda sobre su seguridad decidirá ocultarse. Cuando  están en grupos se aprecia un menor tiempo de reacción, más carreras y menor  permanencia en descubierto.
Si lo encontráramos tumbado tenemos una buena ventaja para  aproximarnos. Al estar en un estado de somnolencia sus sentidos están menos  alerta. Además al estar a un nivel inferior los olores le llegan peor, y la  vista es menos eficaz. No obstante NUNCA, debe dispararse sobre un animal  tumbado. El blanco que ofrece es muy pequeño, la posibilidad de errar muy  elevada, y de causar alguna herida que no tenemos seguridad de que resulte  mortal. Tampoco debe incitarse al corzo a que se levante. De hacerlo lo hará a  la carrera, no se parará hasta entrar en el monte, donde será inútil efectuar  el disparo. Resulta mejor tener paciencia, esperar a que de forma natural el  corzo se incorpore. Al levantarse realizará un breve estiramiento, para iniciar  un paseo muy lento, de apenas tres o cuatro pasos. Después olisqueará alguna  rama, masticará alguna hoja o yema, y nos ofrecerá un costado. Esta es la  ocasión que esperábamos. Un buen consejo en este caso es que siempre, aunque el  animal esté próximo, montemos el pelo del rifle. Ello nos obliga a ser más  reflexivos, no tener el dedo muy cerca del gatillo y tomarnos un par de  segundos antes de disparar. Muchos de estos ejemplares, que están muertos sobre  el papel, se fallan por falta de serenidad. Después de una larga espera es  fácil olvidarse de asuntos como el paralaje del visor, el apoyo conveniente  sobre el hombro, etc. El saber que el gatillo es muy sensible obliga a realizar  una breve revisión de estas pequeñas cosas que están detrás de la gran mayoría  de los fallos.
El disparo debe realizarse de la manera más cómoda  posible, con el mayor sosiego, y procurando siempre un apoyo. El ayudarse de  una vara, un bípode o similar, un árbol o peña es casi imprescindible. En caso  de apoyar el arma sobre una superficie dura como una piedra, un muro o una  estaca, debemos poner debajo algo blando o cuando menos apoyar la mano de forma  que el arma pueda vibrar sin golpear en duro originando la desviación del impacto.  Antes habremos esperado a que el corzo se nos plante de costado ofreciéndonos  un blanco adecuado. ¡Tampoco debemos disparar a un corzo de frente! Las  posibilidades de acertar son escasas y es mejor esperar que el corzo cambie de  postura o arriesgarnos a mejorar nuestra posición. En todo caso habrá más  oportunidades. Un corzo al que se le ha disparado y fallado es muy posible que  no vuelva a dar la cara en toda la temporada.

RECECHOS DE CORZO

Las fechas en que se llevan acabo los recechos de corzo suelen tener lugar  entre  principios del mes abril y la última semana de Junio.
La labor de la guardería comienza un mes antes realizando unos recorridos ya prefijados de años anteriores en los cuales realizan un conteo de la población y distribución de la misma para elaborar un censo que tiene aplicación para los recechos y para facilitar datos a la administración para elaborar estudios a nivel institucional.
Durante los año 2005 y 2006   el Instituto de Recursos Naturales y Ordenación del Territorio (INDUROT) de la Universidad de Oviedo se llevo a cabo un estudio en los Cotos de Grado y Valdés para valorar el estado, número y futuro de la población del corzo dando como resultado una valoración muy positiva de la misma.
El numero de recechos de corzo ha ido en un progresivo aumento a lo largo de las últimas temporadas debido a la gran aceptación que tienen los mismos entre los cazadores asiduos así como el excelente estado en que se encuentra la población de corzo en el Coto de Valdés, de 25 recechos realizados en la Temporada 2001-2002 se han llegado a realizar 70 recechos en la Temporada 2006-2007.
La totalidad de los recechos de corzos macho se  destinaran al fomento del turismo. La asociación tiene carácter abierto no  debiendo reservar ninguno para el sorteo general.

RECECHOS DE CORZA

Al igual que sucede con los machos, los recechos de Corza han aumentado de 25 recechos de la Temporada 2001- 2002 a los 50 recechos de la Temporada 2006-2007
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Las fechas en que se llevan acabo los recechos suelen ser entre la segunda semana de diciembre y la tercera de Febrero.
Recechos