© Comunidad de Cazadores del Concejo de Valdés
COMUNIDAD DE CAZADORES DEL CONCEJO DE VALDÉS
LA CAZA A RECECHO
Esta modalidad de caza es ante todo una forma solitaria y necesitada de
instinto y habilidad. Si hubiera que definirla de una manera gráfica
podríamos decir que es “cazar a lo indio”. Es necesario un profundo
conocimiento del medio, saber valorar la oportunidad y saber cuando es el
momento oportuno para el lance. El recechista precisa desarrollar algunas
habilidades, entre las que destaca ante todas el silencio.
El rececho no es un ejercicio de puntería., esa no es la principal habilidad
para un recechista. Sin duda la puntería es importante y la capacidad,
llegado el caso, de arriesgar a realizar con seguridad un disparo a 200
metros o incluso más. Sin embargo lo que diferencia a un recechista de un
francotirador es la destreza del primero para aproximarse a la pieza a la
menor distancia posible, antes de realizar el disparo o renunciar a él.
Otra facultad que es preciso cultivar es el saber ver. El corzo desarrolla su
vida en el borde del bosque, saliendo de la espesura de forma más
frecuente durante el amanecer y el ocaso, horas en las que la luz resulta
escasa y por tanto estamos en peores condiciones. Sin lugar a dudas una
buena óptica es imprescindible para sacarnos de dudas y poder realizar una
justa valoración de nuestra presa. De todos modos el mejor de los
prismáticos de nada valdrá en manos de alguien que no sabe ver, que no
escruta con perspicacia las lindes del monte. El andar lento y elástico se
debe acompañar de un continuo escrutar de lindes y desniveles. Cada
mancha dudosa, cada posible pata, oreja o lomo, debe estudiarse con
detenimiento. A veces la piedra o mata toma vida, levanta la cabeza y nos
mira. Entonces seguro que todo está perdido y el corzo iniciará no solo una
alocada carrera, sino que pondrá en alerta a toda la vecindad con lo que
las posibilidades de cazar ese u otro corzo se reducirán de forma
sustancial.
En una medida similar es importante conocer el
terreno y las querencias de nuestros corzos. Es
interesante el considerar la posibilidad de mantener
en el mejor estado posible los caminos y trochas por
los que andaremos, los sitios donde pararemos a
hacer detenidas observaciones, conocer los pasos
que frecuentarán los corzos una vez iniciada la
temporada. Una buena sugerencia es, que de no ser
posible una mayor frecuencia, no dejemos de
acercarnos a echar un vistazo durante los meses de
febrero y marzo. En esta época la visibilidad del
corzo es mayor que en ninguna otra y podremos
apreciar los lugares de mayor atractivo para los
ejemplares que pretenderemos abatir iniciada la
temporada hábil.
El rececho se iniciará bien al amanecer o al atardecer. Si es de
mañana conviene estar en el monte antes del Alba. Al bajarnos del
vehículo debemos estar preparados con la impedimenta necesaria,
siendo tan solo necesario desenfundar el rifle y proceder a su
carga. Debemos comprobar el aire y determinar la forma de
aproximarnos a la zona que vamos a cazar. Para ver de donde
sopla el viento hay multitud de trucos: un pequeño bote de
plástico con polvos de talco o pequeños fragmentos de pañuelos
de papel. Con ello se controla la dirección de la brisa antes de
asomarse o cambiar de dirección. Los corzos tienen un gran olfato
y podrán pies en polvorosa ante la menor emanación a ser
humano. El caminar lento y sosegado, con el rifle colgado del
hombro y observando a través de los prismáticos con mucha
frecuencia, será la forma de desplazarnos por bosques, cosechas,
matorrales. Se debe procurar avanzar con el viento de frente y
tener el sol a la espalda. Esto nos permitirá ver mejor sin
deslumbrarnos y adivinar los brillos que los corzos harán al
moverse. A cada paso comprobaremos los bordes, los bultos que
nos ofrezcan dudas, en cada asomada escrutaremos con nuestros
prismáticos los descretes, los cambios de perfil del terrenos, los
bordes del monte, cada mata y arbusto en busca de un sombra,
lomo, oreja, cabeza o pata que revele la presencia de nuestra
pieza. Se evitará pisar ramas, piedras y en general cualquier
objeto que sea capaz de producir ruido. La ropa debe ser
silenciosa y cómoda, evitando aquellas que al rozar con la maleza
produzca sonidos.
Una vez avistado el corzo haremos una valoración
detenida, ¡siempre que esto sea posible!, comprobando
el sexo, las características de los cuernos, si se trata de
un macho, e intentaremos clasificar la pieza como
joven, adulta o vieja.
Debemos tener presente una referencia: las orejas del
corzo miden 13 centímetros, así que comparando la
altura de la cuerna con ella nos haremos una idea de la
altura. Igualmente, otra referencia valiosa es la garceta
o punta posterior. Un buen desarrollo es indicador de
edad adulta y en general de un buen desarrollo de
rosetas y puntas anteriores. El grosor de la cuerna
podemos compararlo con el ojo. Este tiene
aproximadamente unos 5 centímetros. Una cuerna vez
y media más larga que las orejas, con unas puntas
posteriores largas y de grosor igual o superior al ojo es
siempre un trofeo estimable.
Después valoraremos la posibilidad de realizar la entrada. Si se
trata de nuestro corzo o corza, intentaremos aproximarnos lo
máximo posible antes de intentar el disparo. Más a menudo de lo
que se cree los corzos resultan heridos por disparos realizados a
gran distancia sin que aparentemente acusen ningún impacto. En
estas circunstancias siempre debemos comprobar el punto donde
se encontraba el corzo. En todo caso lo mejor es intentar una
aproximación con el mayor sigilo hasta encontrarnos a una
distancia en la que podamos asegurar el resultado del disparo. No
debe intentarse a distancias superiores a los 120 metros. A
primera hora de la mañana, cuando la luz es escasa, se tiene la
impresión de que las piezas se encuentran más lejos, en tanto
que a plena luz se tiende a subestimar. También hay diferencias
si el animal se encuentra en un brezal bajo, o en una arboleda.
Solo la práctica nos irá indicando cual es el mejor proceder.
Siempre debemos tener en consideración que un corzo que esté
paciendo en descubierto no echará mucho rato en ese menester,
por lo que debemos realizar una aproximación rápida, pero cauta,
ante la eventualidad de que haya desaparecido cuando nos
encontremos a tiro. Si para hacerla además debemos perderle la
cara, hay que tomar previamente algunas referencias, sobre todo
la dirección del viento, y el punto por donde deberíamos
asomarnos. Si el corzo no está sólo debemos prever la posibilidad
de que su tiempo de permanencia en el lugar donde se ha visto
sea aún menor. El corzo es cauteloso y temeroso, y ante cualquier
duda sobre su seguridad decidirá ocultarse. Cuando están en
grupos se aprecia un menor tiempo de reacción, más carreras y
menor permanencia en descubierto.
Si lo encontráramos tumbado tenemos una buena ventaja para
aproximarnos. Al estar en un estado de somnolencia sus
sentidos están menos alerta. Además al estar a un nivel
inferior los olores le llegan peor, y la vista es menos eficaz. No
obstante NUNCA, debe dispararse sobre un animal tumbado. El
blanco que ofrece es muy pequeño, la posibilidad de errar muy
elevada, y de causar alguna herida que no tenemos seguridad
de que resulte mortal. Tampoco debe incitarse al corzo a que
se levante. De hacerlo lo hará a la carrera, no se parará hasta
entrar en el monte, donde será inútil efectuar el disparo.
Resulta mejor tener paciencia, esperar a que de forma natural
el corzo se incorpore. Al levantarse realizará un breve
estiramiento, para iniciar un paseo muy lento, de apenas tres
o cuatro pasos. Después olisqueará alguna rama, masticará
alguna hoja o yema, y nos ofrecerá un costado. Esta es la
ocasión que esperábamos. Un buen consejo en este caso es
que siempre, aunque el animal esté próximo, montemos el
pelo del rifle. Ello nos obliga a ser más reflexivos, no tener el
dedo muy cerca del gatillo y tomarnos un par de segundos
antes de disparar. Muchos de estos ejemplares, que están
muertos sobre el papel, se fallan por falta de serenidad.
Después de una larga espera es fácil olvidarse de asuntos
como el paralaje del visor, el apoyo conveniente sobre el
hombro, etc. El saber que el gatillo es muy sensible obliga a
realizar una breve revisión de estas pequeñas cosas que están
detrás de la gran mayoría de los fallos.
El disparo debe realizarse de la manera más cómoda posible,
con el mayor sosiego, y procurando siempre un apoyo. El
ayudarse de una vara, un bípode o similar, un árbol o peña
es casi imprescindible. En caso de apoyar el arma sobre una
superficie dura como una piedra, un muro o una estaca,
debemos poner debajo algo blando o cuando menos apoyar la
mano de forma que el arma pueda vibrar sin golpear en duro
originando la desviación del impacto. Antes habremos
esperado a que el corzo se nos plante de costado
ofreciéndonos un blanco adecuado. ¡Tampoco debemos
disparar a un corzo de frente! Las posibilidades de acertar
son escasas y es mejor esperar que el corzo cambie de
postura o arriesgarnos a mejorar nuestra posición. En todo
caso habrá más oportunidades. Un corzo al que se le ha
disparado y fallado es muy posible que no vuelva a dar la
cara en toda la temporada.
RECECHOS DE CORZO
Las fechas en que se llevan acabo los recechos de corzo suelen
tener lugar entre principios del mes abril y la última semana de
Junio.
La labor de la guardería comienza un mes antes realizando unos
recorridos ya prefijados de años anteriores en los cuales realizan
un conteo de la población y distribución de la misma para elaborar
un censo que tiene aplicación para los recechos y para facilitar
datos a la administración para elaborar estudios a nivel
institucional.
Durante los año 2005 y 2006 el Instituto de Recursos Naturales
y Ordenación del Territorio (INDUROT) de la Universidad de
Oviedo se llevo a cabo un estudio en los Cotos de Grado y Valdés
para valorar el estado, número y futuro de la población del corzo
dando como resultado una valoración muy positiva de la misma.
El numero de recechos de corzo ha ido en un progresivo
aumento a lo largo de las últimas temporadas debido a la
gran aceptación que tienen los mismos entre los cazadores
asiduos así como el excelente estado en que se encuentra
la población de corzo en el Coto de Valdés, de 25 recechos
realizados en la Temporada 2001-2002 se han llegado a
realizar 70 recechos en la Temporada 2006-2007.
La totalidad de los recechos de corzos macho se
destinaran al fomento del turismo. La asociación tiene
carácter abierto no debiendo reservar ninguno para el
sorteo general.
RECECHOS DE CORZA
Al igual que sucede con los machos, los recechos de Corza
han aumentado de 25 recechos de la Temporada 2001-
2002 a los 50 recechos de la Temporada 2006-2007
.
Las fechas en que se llevan acabo los recechos suelen ser
entre la segunda semana de diciembre y la tercera de
Febrero.